Monday, July 8

Reflexiones de un día de verano

La sabiduría nos llega cuando ya no nos sirve para nada- Gabriel García Márquez
Ayer mientras tomaba el bus de vuelta a mi casa, me puse a pensar... a pensar que a hoy a mis casi 27 años sigo igual o hasta más confundida que cuando tenía 15. Creo que la gran diferencia es que en mi adolescencia me confundía mucho la reacción o el pensar de otras personas. En cambio, hoy me confunde mis propias ideas, mis propias acciones y reacciones a lo que los demás hacen o dicen.

Este pasado fin de semana fue interesante. A pesar de haber gritado a los cuatro vientos que no quería nada con ningún hombre por el resto del año, terminé viéndolo. Viendo a ese viejo amigo que hace mucho dejó de ser mi amigo para ser algo distinto. No más, ni menos... simplemente algo distinto. Es una situación que es algo compleja de describir pero que a la vez es demasiado simple, fácil. Fácil porque los dos nos entenemos. Porque, tal vez, sin decirnos nada, hemos llegado al punto de saber exactamente lo que los dos queremos sacar de nuestra situación. El problema nace aquí (dos puntos). Después de despedirme de él este fin de semana, me entristecí mucho. Al ver pasar los árboles en la carretera camino a casa, se me iban cayendo las lágrimas incontrolablemente. Saqué ese pañuelo blanco que traigo conmigo desde los años de la pera, y traté de que nadie se diera cuenta que mi tristeza pudo más que yo en ese momento. Lo más raro de esto fue que no sabía porque lloraba, porque sentía un vacío interno que no me dejaba respirar tranquilamente. ¿Era porque lo extrañaba? ¿Tal vez compliqué lo que teníamos sientiéndo algo más por él? ¿O era porque sabía que ese "hasta luego" fue en realidad un "adiós"?

Demasiadas preguntas corrían por mi mente. Llegué a mi casa, y no me podía sacudir de esa melancolía... comí, llamé por teléfono a mi cuñada, me bañé y me fui a dormir tratando de no pensar más. Hasta ahora no entiendo el porqué de mis lágrimas, de ese nudo en la garganta con el que desperté esta mañana. El lado neurótico de mí no deja de buscar la respuesta correcta, la respuesta lógica de lo que pasó en el bus. El lado hippie de mí me dice sólo me deje sentir. Y el lado realista de mí sabe que la verdadera razón por tanta melancolía es porque no me estaba despidiendo de él para siempre, si no que me estaba despidiendo de esa etapa de mi vida de no saber lo que quería y lo que me merecía en la vida. Es complicado de explicar. Y capaz esto es suficiente por hoy.

Quizás mañana me entenderé mejor. Quizás no. Pero... here comes the sun!